lunes, 1 de marzo de 2021




 Si en febrero hablamos de libros, en marzo lo haremos de mujeres.

Apoyo el feminismo que busca igualdad, en todos los campos, entre hombres y mujeres. Y porque creo en ello, he practicado esa igualdad en mi pequeña empresa familiar desde el 9 abril de 1985. Mi sector: peluquería y estética profesional, está regentado mayoritariamente por mujeres. Pequeñas empresarias que a veces sacan adelante el negocio ellas solas, echándole muchas horas y muchos sacrificios. En otros casos, apoyándose en equipos formados también por mujeres, con horarios de trabajo muy difíciles de compaginar con la vida familiar y en la mayoría de los casos, sin ayudas oficiales. Durante la pandemia, ha sido uno de los sectores más castigados y, por la tarea que realizan, tendrían que estar consideradas como grupo preferente a la hora de las vacunaciones, aunque trabajan con máximas medidas de seguridad, y esto lo afirmo porque lo veo cada día, el riesgo de que ellas sean contagiadas es alto. Ahí lo dejo.
Lo que quería escribir hoy es que las mujeres nos ganamos nuestros derechos con preparación, talento, entusiasmo, unión y mucho trabajo. Me parece una barbaridad que se hable de celebrarse una manifestación el 8M. Es un riesgo, una temeridad reunir a tantas personas en un acto simbólico del que se puede prescindir.
He dicho al principio que este mes estará dedicado a la mujer, y lo haré a través de las que yo conozco. Por eso, publico la foto de Isabel, que a sus 98 años, sigue realizando preciosos trabajos en punto de cruz. Me emocionó el audio que recibí despidiéndose hasta su siguiente visita a estas tierras. Su mente es tan lúcida como bonita su piel. Ella sigue acicalándose cada día y que no le falten sus cremas. Una vida sacrificada, dura, difícil, como la de tantas mujeres que tuvieron que sacar, ellas solas, a los hijos y ¡vaya si lo consiguieron! A todas ellas mi agradecimiento y admiración.
En otra fotografía están mis compañeros, mujeres y hombres con una meta común. Mejorar nuestra atención al cliente cada día.
Y con la foto de mis abuelos, rindo homenaje a todas las mujeres que dejaron sus pueblos, a sus familias y, buscando un porvenir mejor, se instalaron en las capitales y allí crearon una nueva vida.
De esta forma, rindo también homenaje a mis Mujeres de hojalata, en la que todas estamos representadas.

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