lunes, 2 de julio de 2012

Ellos, Los Elegidos


Y tú, ¿como lo viviste? Me gustaría que lo compartieras con nosotros.

Pues sí, consiguieron la hazaña y se convirtieron en Los Elegidos pero, ¿qué hicieron para escribir su nombre en la historia del deporte más popular del mundo entero como los componentes de la primera selección que consigue tres títulos seguidos? ¿Basta con ser Los Elegidos por la fortuna para alcanzar semejante gloria? Yo creo que no.

El efecto del éxito es tan poderoso que se multiplica por mil, por un millón con cada acierto. Lo que quiero decir es que en el 2008 nadie daba un chavo por el éxito a nivel europeo de la selección española, sólo ellos comenzaron a creérselo, y no del todo, con cada triunfo. Y según se lo iban creyendo, resultaba más fácil ganar y superar otra fase, hasta superar todas. Su juego, dicen los entendidos, era el mejor que se veía en muchos años y los rivales comenzaron a respetarles y temerles, que es lo que todos aspiramos a que nos suceda con nuestros competidores.

Y así llegamos, eufóricos con nuestra selección, al Mundial de Johannesburgo, a lo mejor podíamos jugar la semifinal, e incluso, para los más optimistas ya era factible que jugáramos la final. Eso significaba estar entre los mejores, ser tenidos en cuenta, que se fijaran en nosotros, vamos igual que nos ocurre a los vendedores con nuestros clientes.

Ellos, Los Elegidos, los protagonistas de esta historia, con Del Bosque a la cabeza, en plan humilde seguían diciendo que bueno... que era muy difícil, pero eso no les impidió trabajar con ahínco e inteligencia dentro y fuera del campo para conseguirlo. No escatimaron entrega y talento en el juego ni armonía entre ellos. Quizá ahí radique parte de este grandioso éxito, en que en lugar de perder energía en enfrentamientos las guardaron para batir a enemigos con más problemas internos. Y lo consiguieron.

Los jugadores aceptaron con máxima elegancia y discreción las decisiones de su entrenador. En el campo se batirían los seleccionados por el entrenador pero en el triunfo todos serían una piña.  El equipo se mostraba compacto, sin fisura alguna, todos para "La Roja" y "La Roja" para todos.

Y España entera estaba con ellos, sabíamos que el sueño era posible,  pasaban los días y se convirtió en probable y al final, Fue. Y todos los celebramos como merecía la ocasión y alabábamos la fuerza de nuestros futbolistas, su buen hacer, su confianza, (porque la confianza en uno mismo tiene unas alas inmensas que consigue convertir en realidad cualquier sueño. Eso sí, hay que sacrificar muchas cosas y esforzarse al máximo para conseguirlo porque los sueños, como el triunfo, son tarea conjunta del corazón y la mente. Eso lo han tenido claro nuestros futbolistas.

Ayer, se les veía más tranquilos que en las dos ocasiones anteriores, también España disfrutó del triunfo con cierto aire de superioridad, estaba cantado. En el descanso ya casi podíamos acariciar la Copa, ya no costaba tanto esfuerzo ganarla, venía sola. Los trofeos y el éxito sienten debilidad por los que se lo creen, por los que confían en sus posibilidades, por los que saben que soñar es crear una realidad. España, en fútbol, es triunfadora absoluta, una selección de la que se pueden sacar enseñanzas prácticas para nuestro trabajo, para alcanzar el éxito como ellos lo han alcanzado. Hoy toca disfrutarlo.


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